martes, 12 de marzo de 2019

Un crimen atroz



                                                                                    José David Tenorio.            

El asesinato de cualquier persona es algo inaceptable, pero cuando la víctima es alguien cercano a nosotros y  los antecedente y las circunstancias del crimen se conocen,  es grande la conmoción; no podemos calificarlo menos que acto  infame y atroz.
Ahora que escribí sobre Enrique Colavizza recuerdo otro compañero de primaria y bachillerato asesinado de una manera brutal por honesto e incorruptible. Se trata de Jaime Quintero Cruz.
Su familia vivía en “la calle mocha” ( carrera 8ª entre calles 6ª y 7ª). Muy cerca del colegio. Su padre era Jaime Quintero, periodista que tenía una columna de opinión en el diario “El País” de Cali, que escribía bajo el seudónimo de “Ariete” , sus más amigos le decían “El Pipón Quintero”. ( Por cierto que cuando mi padre le hizo llegar una copia de mi tesis de grado, dedicó una columna a comentarla). El hermano mayor (Hernán) también fue médico y falleció en un absurdo accidente de tránsito en la vía a Jamundí.( Por su cercanía al Colegio de San Luis Gonzaga la “calle mocha” fue escenario de las peleas a puño limpio entre los muchachos : “nos vemos en la calle mocha…”, era un desafío como si fueran a encontrarse duelistas)

En 1953, cuando iniciábamos el tercero de bachillerato, Jaime y yo compartimos un acontecimiento que considero insólito : resulta que los Hermanos Maristas quisieron rendirle un homenaje a dos ilustres egresados del colegio ( el capital de aviación Mariano Ospina Navia y el médico Gabriel Velázquez Palau ) , que acaban de ser nombrados como ministros en el comienzo del gobierno de Rojas Pinilla  (”Gurropin”) en presencia de todos los de bachillerato, pero en lugar de realizar la ceremonia en la loma nos concentraron en el edificio del centro ( donde hoy funciona la Asamblea Departamental) , lugar más que conocido por los homenajeados puesto que allí realizaron sus estudios  y nos eligieron a Jaime y a mí para darles la bienvenida. Fue de un día para otro y no nos dieron instrucciones o indicaciones sobre el contenido de los discursos ni revisaron previamente lo que hubiésemos escrito ( un auténtico riesgo no solo por lo bisoños sino porque podríamos salir con cualquier barrabasada ) ; nadie más intervino por el colegio, solo nosotros. Afortunadamente lo hicimos bien. Yo organicé una alegoría con la frase ( casi un aforismo )  que las madres espartanas dirigían a sus hijos cuando iban para la guerra :”Regresa con el escudo o sobre el escudo”. - ¿Por qué eligieron a dos muchachitos de tercero y no a los mayores? ¿Quisieron demostrar algo  y consiguieron los resultados esperados? Lo ignoro completamente. Un misterio.

Jaime realizó sus estudios de medicina en la Universidad del Valle y luego se especializó en neumología, vinculándose como profesor de la Facultad de Medicina de la misma universidad.
Jaime era un profesional muy acertado en sus diagnósticos y  como profesor fue muy apreciado por sus alumnos aunque era bastante serio y poco dado a las bromas o a tratar de agraciarse con alguien. Mantenía un ceño adusto.
Organizó su consultorio particular en una casa del sector de San Fernando Viejo, próxima a la gran ceiba de la antigua hacienda de San Fernando e inmediaciones del parquecito de Carulla. Y como práctica médica innovativa montó un laboratorio para diagnóstico y tratamiento de alergias, especialmente las respiratorias.
Cuando yo era el Administrador General del Hospital Universitario del Valle “Evaristo García” tuve oportunidad de conocer ( pero de manera muy superficial y más bien anecdótica ) una investigación que venía realizando sobre la capacidad de resistencia física en esfuerzos continuados ( cuánto aguantaban las personas sometidas a las pruebas) mediante mediciones en pruebas de esfuerzo. Incluía individuos  de diversas edades, desde atletas a sujetos sedentarios, que desempeñaran distintas actividades. Y entre esos grupos tan heterogéneos, figuraron corteros de caña de azúcar que resultaron los vencedores absolutos.        ( Me contó que buscando encontrar  explicaciones a los resultados  obtenidos   entre los corteros de caña, estudiaron su entorno familiar y sus hábitos, especialmente los alimenticios y hallaron que algunos tenían familias numerosas y con carencias alimenticias y sin embargo el padre se veía sano y fuerte. Tratando de entender mejor observaron que el padre recibía una alimentación más abundante por una razón muy sencilla: siendo el que proveía el sustento de todos y el tipo de trabajo que desempeñaba, necesitaban que conservara su energía pues de otra forma no podría aportar para sostener la familia).
No sé si por voluntad propia o por imposición, Jaime figuraba en la lista de peritos de la justicia, es decir, las personas que por sus conocimientos podían colaborar con la administración de justicia emitiendo dictámenes profesionales. Y en ejercicio de esa responsabilidad, encontró la muerte: ya empezaba a sentirse en la ciudad el peso de las bandas criminales que luego evolucionaron hasta transformarse en los nefastos carteles de las drogas. En una redada la policía capturó a uno de los primeros capos que en complicidad con sus guardianes ideó la manera de escaparse y lo que se les ocurrió fue fingirse enfermo para que los hospitalizaran y allí emprender la fuga. Para cumplir con el protocolo debían enviarlo a uno de los especialistas y  dado el caso que  “presentaba  problemas pulmonares” debía ser un neumólogo y así fue remitido al consultorio de Jaime.   Pese a los ruegos ( y  luego amenazas) Jaime dictaminó que no tenía ninguna dolencia para ser hospitalizado ,frustrando la planeada fuga.
Ocho días después, cuando Jaime se encontraba en su consultorio, el narco cumplió la amenaza: mandó un sicario  que entró al fondo de la casa en donde Jaime tenía su consultorio y lo asesinó.
La ciencia perdió un investigador, la facultad de medicina un excelente profesor y su familia un amoroso padre máxime cuando una de sus niñas era enferma.

NOTA AL MARGEN.- No estoy seguro de que sea el mismo pero me parece que el que mandó asesinar a Jaime fue acribillado por el DAS durante una rocambolesca operación: el bandido se alojaba en Residencias Stein , ubicada la casa   que la familia Liscano había levantado en el barrio Centenario de Cali . Hasta allí llegaron los agentes y cuando  abrió la puerta sin más lo cosieron a balazos. Más que la intención de detenerlo  lo que buscaban era robarlo pues el tipo era un esmeraldero que había traído una buena cantidad de piedras  para intercambiar por coca.  Lo insólito es que cuando lo mataron  estaba en ropa interior y le vistieron colocándole una pijama y argumentaron  que la muerte fue producto de la defensa ante la reacción del sujeto : pero fue la cosa más burda ya que la pijama no presentaba huellas de los impactos de bala….
Así ,  pues, se habría cumplido uno de los postulados de la Ley de  Talión.

                                                  UN CRIMEN   ATROZ.
                                                            Remembranzas.
                                                            J.D.Tenorio.
                                                     Cali, Marzo 12  de  2019.

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