CAS/cash : a propósito de tu escrito sobre inteligencia y percepción , me vienen a la memoria dos casos que considero excepcionales , máxime en medio de tanta discriminación .. De uno (“el negro de la Ford”) soy mero referente pero me lo contó una persona muy seria por lo que le doy credibilidad ( o como diría un italiano – perdonando que al escribirlo maltrate su idioma- “se non è vero, è ben trovato”) y el otro si me consta personalmente.
El negro de la Ford.- Cuando A. Aristizabal & Cia tenía la distribución de los vehículos Ford para el sur-occidente colombiano, por allá a comienzo de los cincuenta vinieron unos ingenieros de la planta de E.E.U.U de visita en un recorrido por Sur América. Cuando llegaron a los talleres que tenía Autopacífico ( Barrio San Nicolás) comentando cosas les dijeron que uno de los porteros ( un negrito) era capaz, con solo oír la marcha del motor cuando ingresaban al taller, diagnosticar qué problema tenía ese vehículo . No creyeron ; pensaron que les estaban tomando el pelo. Una exageración latina. Pero como los de aquí insistieron en que era cierto, finalmente los gringos lanzaron un reto : sin previo aviso y al azar vamos a seleccionar uno de los autos que entren, le preguntamos al portero que nos diga su diagnóstico y nosotros personalmente desarmamos el motor para comprobar si acierta. Dicho y hecho, eso hicieron. ¿Resultado? El negrito acertó.
El negro de sistemas.- En los setenta hablar de sistemas era algo no solo de última actualidad sino algo medio de ciencia ficción. No existían los PC ; solo los grandes computadores ( hoy en día superados por sencillos PCs). En Cali únicamente había tres de esos computadores : el de Emcali ; el de una empresa que prestaba servicios y que funcionaba en el Edificio Carvajal y el de la Universidad del Valle.- Su funcionamiento era bastante complejo : había que armar unos tableros para cada caso , perforar unas tarjetas y luego pasar por una máquina de verificación . Por supuesto que las personas capacitadas para operar esos equipos eran escasas.-El Hospital Universitario del Valle “Evaristo García” tenía un convenio con la Universidad del Valle para usar ese equipo a fin de procesar la nómina del personal , pero solo lo facilitaban en horas avanzadas de la noche y hasta la madrugada. Para el desplazamiento de los tres operarios, se tenía contratado un taxi para recogerlos y luego llevarlos a sus domicilios.
Resulta que uno de esos operarios fue tentado por una empresa particular y renunció. Como política de personal yo había impuesto que se organizara una cartelera en el corredor de la Oficina de Personal del Hospital en donde se anunciaban las vacantes y los requisitos a satisfacer para llenarlas. El propósito era hacer público ese hecho y que si dentro del personal había quien cumpliera esas condiciones y aspirara a esa vacante ya sea por cambio de posición o porque le significaba un ascenso, pudiera postularse. Por supuesto que la condición era someterse a un examen de concomimientos y de competencias y si la persona los superaba, el cargo era para ella.
Y, en el caso que relato, sucedió lo inesperado y maravilloso: a poco de presentarse esa vacante un día mi secretaria me anunció que “Santos” ( así se llamaba, pero lamentablemente he olvidado el apellido) deseaba hablar conmigo en relación con esa vacante. Aunque era una actividad que correspondía a Personal, consecuente con lo que siempre apliqué de atender a todo el que quisiera hablar conmigo y con no poca curiosidad, lo hice pasar. De entrada me dijo que aspiraba a esa cargo. Me dejó pasmado ya que Santos era en ese momento el Ayudante del Economato, es decir, una especie de bodeguero que se encargaba de recibir los alimentos (arroz, papas leche, etc,etc) e irlos entregando en la cocina de acuerdo a las ordenes del Ecónomo. O sea, en pocas palabras, para mí una persona con muy baja instrucción como para ocupar algo tan sumamente especializado como aspiraba. Pero para mayor sorpresa mía me dijo que él había estado estudiando por su cuenta y que tenía los conocimientos suficientes. Dudando mucho que así fuera, pero también por aquello de que a la gente hay que creerle mientras no se demuestre lo contrario, con no poco escepticismo le dije que recordara que la condición era someterse al examen; que no habría ninguna consideración especial con él, pero que si pasaba la prueba, contara con ese puesto. – Ya deben adivinar el resultado: superó la prueba y ocupó el cargo. Mientras estuve en el Hospital no recibí queja alguna en relación con mal desempeño de sus funciones.
José David Tenorio
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